Algas: una cortina biodigital que limpia el aire

¿Feas y Pestilentes? Si se ubican adecuadamente en una arquitectura estética y ecológica, las algas pueden limpiar el aire y ofrecer mucho más.

Claudia Pasquero y Marco Poletto. Fuente: ecoLogicStudio

Una cortina enorme con un patrón de diseño de color verde que imita una serpiente cubre la fachada principal del edificio Printworks del Castillo de Dublín. Los turistas que pasean por la capital irlandesa podrían pensar que pertenece a una instalación conceptual.

Pero no se trata de una simple decoración.

Compuesto por 16 módulos de 2 x 7 metros cada uno, el material es, en realidad, un contenedor de bioplástico que incuba microalgas que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el edificio.

La estructura utiliza la luz solar para alimentar los organismos unicelulares que alberga en su interior. A su vez, estos organismos capturan el dióxido de carbono procedente de la atmósfera a razón de 1 kg al día, lo que equivale a lo que capturarían 20 árboles de grandes dimensiones.

Este innovador diseño, que se presentó en la cumbre climática celebrada en noviembre de 2018, es una creación de los arquitectos italianos Claudia Pasquero y Marco Poletto, cuya misión ecológica es volver del revés el «lado oscuro» de la ecología.

«La naturaleza es un ciclo complejo, en el que la muerte, la descomposición y las bacterias forman parte del sistema. Consideramos que determinados elementos, como las microalgas, son pestilentes, feos, peligrosos o problemáticos –y tenemos microalgas en abundancia debido al cambio climático», nos comenta Pasquero, quien, junto con Poletto, dirige ecoLogicStudio, un estudio radicado en Londres.

«Sin embargo, se trata de una sustancia increíble. Las microalgas son capaces de absorber dióxido de carbono y producir energía y alimentos. Así que, ¿cómo es que el lado 'fantástico' permanece oculto en el laboratorio? ¿Cómo podemos cosecharlo en el paisaje? Es aquí donde nuestra arquitectura se puede convertir en una interfaz entre el ser humano y el entorno».

Cortina de algas en Dublín. Fuente: ecoLogicStudio
«Algae Folly» en la Expo de Milán Fuente: ecoLogicStudio

La cortina viviente es solo uno de los diversos diseños con conciencia ecológica del dúo. En la Expo de Milán de 2015, Pasquero y Poletto presentaron una cubierta para edificios rellena de agua y espirulina, un alga de color azul verdoso que es considerada un superalimento muy popular, rico en proteína, vitaminas y antioxidantes.

La estructura, que utiliza una red densa de sensores digitales para aprovechar las propiedades de las algas, absorbió casi 4 kg de CO2 del aire al día y, a su vez, emitió 2 kg de oxígeno. Debido al crecimiento de algas comestibles en su interior, la cubierta produjo al día una cantidad de proteína equivalente a 2 kg de carne.

Las microalgas son algunos de los organismos fotosintéticos más antiguos y resistentes. Estos microorganismos constituyen fuentes renovables y sostenibles de biocombustibles e ingredientes alimentarios, pero su rápido crecimiento puede perjudicar los ecosistemas costeros y marinos.

Esto es lo que ocurre en particular en el mar Báltico, donde la combinación de cambio climático, escorrentías de fertilizantes agrícolas y aguas residuales urbanas ha provocado un crecimiento excesivo de microalgas que privan de oxígeno al océano. Los científicos calculan que estas «zonas muertas» se extienden a lo largo de 70.000 km2, una extensión que equivale casi al doble de la superficie de Dinamarca.1

En lugar de erradicar las microalgas y otros microorganismos, con su arquitectura receptiva e interactiva Pasquero pretende animarnos a coexistir con estas formas de vida no antropogénicas o no humanas.

«Las bacterias y los microorganismos son capaces de reprocesar residuos y generar materias nuevas de alta tecnología, como el bioplástico o la celulosa microbiana que el ser humano puede utilizar. El CO2 puede ser negativo para nosotros, pero es bueno para los organismos fotosintéticos. Es un nutriente», comenta Pasquero, quien asimismo es profesora de Paisajismo de la Universidad de Innsbruck.

«La dinámica es diferente. Nuestra arquitectura puede ayudarnos a comprender esta dinámica y visualizarla».

Muestra de XenoDerma en el Centro Pompidou. Fuente: Urban Morphogenesis Lab (Laboratorio de Morfogénesis Urbana) en la Bartlett School of Architecture de la Universidad de Londres.

Máquina viva

Pasquero también está estudiando formas de integrar otros organismos vivos en diseños y construcciones sostenibles.

Por ejemplo, ha utilizado seda de araña, una fibra tan resistente como el acero inoxidable en términos de densidad comparativa, pero mucho más respetuosa con el medio ambiente.

Pasquero y su equipo han estudiado cómo tejen sus redes las tarántulas Chylobrachys huahini. Posteriormente, reprogramaron la conducta y la producción de seda en una estructura de impresión en 3D denominada «XenoDerma», que recientemente se mostró en el Centro Pompidou de París.

En el futuro se podrá utilizar seda de araña reprogramada para desarrollar estructuras arquitectónicas impresas en 3D que se pueden convertir en biosensores y, por tanto, capaces de responder a estímulos externos, como las condiciones meteorológicas o el tráfico.

Fue Le Corbusier, el vanguardista arquitecto francés de los años 20 del siglo pasado, quien acuñó esta famosa frase: «Una casa es una máquina de habitar».

Sin embargo, Pasquero quiere llevar el concepto del diseño funcional más lejos. «Nuestro deseo es pasar del concepto 'máquina de habitar' al concepto 'máquina viviente'», comenta. «Para que así se convierta en una arquitectura viva».

[1] https://www.biogeosciences.net/15/3975/2018/bg-15-3975-2018.html