Alcanzando nuevas alturas: el legado del Solar Impulse

Un intrépido vuelo alrededor del mundo propulsado por energía solar podría suponer una revolución en el cielo.

Bertrand Piccard y André Borschberg. Fuente: Fundación Solar Impulse  

Un siglo después de que los hermanos Wright alcanzaran los cielos, el mundo ha sido testigo de un intrépido nuevo hito para la aviación. 

La nave de los récords no pesaba más que un coche familiar, con una estrecha cabina de apenas 3,8 metros cúbicos para una sola persona y una enorme envergadura de 72 metros, mayor que la de un avión jumbo. Pero lo que realmente diferenciaba al Solar Impulse 2 de otras aeronaves era la parte superior de sus alas cubiertas con 17.428 células solares, cada una de ellas más fina que un cabello humano. Esto permitió a los pilotos Bertrand Piccard y André Borschberg turnarse para dar la vuelta al mundo, cubriendo más de 43.000 km sin usar ningún tipo de combustible. Las baterías de polímero de litio almacenaban la energía del sol para propulsar el avión por la noche.

"Queríamos demostrar que las tecnologías limpias y las energías renovables pueden conseguir metas consideradas imposibles", comenta Piccard. "Volamos alrededor del mundo sin una gota de combustible, en un aeroplano que podía volar día y noche solo a base de energía solar. Fue la primera vez en la historia y creo que fue un mensaje muy poderoso".

Ambos eran pilotos con una larga experiencia, pero el vuelo del Solar Impulse, que duró un total de 558 horas, con más de 17 etapas, supuso nuevos retos. Borschberg, que completó 8.924 km en una única etapa de cinco días sin escalas, practicó posiciones de yoga para evitar que su cuerpo se agarrotara en la cabina tan estrecha y durmió a intervalos de 20 minutos. 

solar impulse
Fuente: Fundación Solar Impulse

Solo el principio

La clave del éxito del equipo del Solar Impulse fue la forma pionera en la que utilizó la tecnología existente, logrando un rendimiento óptimo con el segundo avión que construyeron.

"Tuvimos que construir un tipo de aeroplano totalmente nuevo, considerado imposible por todos los especialistas. Los fabricantes de aeronaves se negaron a construir el avión y finalmente fue un astillero el encargado de su construcción ya que sabían cómo utilizar la fibra de carbono para que el avión fuera suficientemente ligero", explica Piccard.

"A nivel personal, lo que más me sorprendió fue la perseverancia con la que tuvimos que actuar y la resiliencia para afrontar tantos problemas técnicos, meteorológicos, administrativos, financieros, humanos, etc. para lograr el éxito. Para ser francos, en el aire era sencillo. En el aire era fantástico, solo había instantes de plenitud. En tierra, algunas veces llegó a ser un infierno". 

Por supuesto, la cantidad de superficie que requieren las células solares para propulsar un avión en el aire convierte al Solar Impulse en un modelo inviable para su uso comercial con la tecnología disponible actualmente. Pero el vuelo ha demostrado que los aviones pueden ser más ecológicos.

Borschberg cree que los taxis aéreos pueden convertirse en uno de los primeros usos para el mercado de consumo de la energía solar en la aviación, volando hasta 30 minutos a base de baterías solares cargadas en tierra. Piccard piensa que esta tecnología no tardará en ampliarse también a los aviones de pasajeros de tamaño completo.

"En 20 años creo que los vuelos de corta y media distancia serán eléctricos, y que los vuelos de larga distancia serán suborbitales", afirma Piccard. Cargar en tierra "hace al avión perfectamente operativo para corta y media distancia. Es silencioso, puede aterrizar por la noche sin molestar a los vecinos y es más seguro ya que un motor eléctrico es mucho más sencillo de usar que un motor de combustión".

El equipo del Solar Impulse está aprovechando ahora la atención generada gracias a su vuelo que batió tantos récords para poner el foco en su nuevo proyecto: una cartera de 1.000 soluciones innovadoras para proteger el medio ambiente que presentarán a gobiernos y empresas de todo el mundo para continuar probando que de verdad puede conseguirse lo que parece imposible.

Los proyectos incluyen la desalinización de agua con energía solar, la transformación de plásticos biodegradables a partir de proteínas de leche de desecho y una caja pequeña, pero fácil de instalar, capaz de reducir drásticamente el consumo de combustible y las emisiones de los vehículos actuales. Algunas de las tecnologías empleadas para el vuelo del Solar Impulse seguirán siendo útiles en otros formatos. El trabajo está en marcha, por ejemplo, para adaptar a unidades refrigeradoras la espuma aislante que se usó en la puerta de la cabina. 

"Para nosotros, el proyecto no ha hecho más que empezar. Volar alrededor del mundo fue el primer gran objetivo. Queremos extender el mensaje sobre el potencial de la tecnología limpia, mostrar que ya disponemos de la tecnología para ser mucho más eficientes en términos energéticos. Ahora estamos combinando proyectos en tecnología limpia para mostrar al ámbito político que existen muchas posibilidades", afirma Borschberg.

Además de ser diseñadas para beneficiar el medio ambiente, las ideas deben ser viables a nivel de financiación.

"Esto nunca funcionará con donativos en vista de la cantidad de cambios que tenemos que implementar. También tiene que ser una oportunidad de negocio".