La innovación al rescate: Joseph Stiglitz sobre la economía postpandemia

La crisis del coronavirus ha puesto de relieve la importancia de la innovación, sostiene el economista ganador del premio Nobel Joseph Stiglitz.

La crisis del coronavirus ha puesto de relieve la importancia de la innovación y, del mismo modo, nos ha mostrado que está prosperando, sostiene el catedrático Joseph Stiglitz, economista ganador del premio Nobel y defensor de medidas para mejorar la desigualdad mundial y frenar el cambio climático, en una mesa redonda celebrada recientemente. Lo que sigue son sus planteamientos en relación con la innovación que surgieron de este debate.1

La innovación está muy viva y la pandemia actual enfatiza este hecho de una forma enormemente tangible. Si el coronavirus hubiera llegado hace 20 o 40 años, no habríamos sido capaces de identificar y desarrollar tan rápidamente un medio de pruebas ni tampoco de desarrollar una vacuna (mucho menos múltiples vacunas) a una velocidad tan rápida. De esta forma, hemos estado protegidos por la innovación. El PIB mundial habría caído mucho más en picado y durante más tiempo sin estas innovaciones biológicas.

Una de las grandes perspectivas sobre las que la pandemia arrojó luz es la importancia de la ciencia. Si no fuera por la ciencia, ¿dónde estaríamos hoy? La ciencia nos rescatará de esta pandemia y es la razón por la que tenemos tan alto nivel de vida comparado con hace 200 años, antes de la Revolución Industrial. La pandemia está cambiando el rumbo de la innovación. Al fin y al cabo, los robots no tienen que mantener distancia social y no son susceptibles de contraer coronavirus. Esto ha proporcionado un enorme estímulo a la robótica y la IA (inteligencia artificial), cuyo impulsor ya era enorme antes. Esto tiene serias implicaciones para la sociedad ya que los robots y la IA son particularmente buenos sustitutos en el trabajo rutinario. Esto afecta desproporcionadamente a trabajadores no cualificados y alimenta otra de las crisis que afrontamos: la desigualdad, que llega a la escena política. La pandemia estimulará la innovación que ayuda a los más cualificados y perjudica a los no cualificados. Ya podemos verlo en la recuperación económica en forma de K que está teniendo lugar en EEUU y en muchas otras economías avanzadas de todo el mundo.

¿Por qué es tan difícil observar los efectos de la innovación, especialmente a la hora de acabar con grandes desigualdades sociales? Esta es exactamente la misma pregunta que se planteaba al principio de la era informática, cuando Robert Solow, un gran economista del siglo XX, afirmaba que la innovación podía verse en todas partes excepto en las estadísticas del PIB. Por aquel entonces, realmente acabó por reflejarse en el PIB algunos años después. Costó mucho tiempo que la innovación informática se tradujera más ampliamente en un crecimiento del PIB, pero terminó consiguiéndose. Asimismo, cierta parte de la innovación en la que hoy nos encontramos inmersos será perceptible más tarde, pero otra parte es de una naturaleza diferente y puede que no llegue a percibirse. Más bien, podría percibirse en la comodidad que siente la gente. Por ejemplo, las redes sociales consiguen que la gente se sienta más conectada, pero también hacen que la gente se sienta más preocupada, crean potencialmente lapsos de atención más cortos y pueden usarse a modo de provocación, como observamos en la sublevación del 6 de enero en los EEUU y en otros delitos de odio. Estos son los aspectos negativos de la innovación. La innovación es algo nuevo, puede ser positiva, pero también negativa. Y cuando es negativa, los marcos normativos y legales deben adaptarse para asegurar que estas innovaciones realmente servirán al bienestar de la sociedad. 

China y la innovación: La mayoría de economistas ve el mundo como una suma positiva, más que como un juego de suma cero. Si otro país crece más, puede comprar más de nuestros bienes y nosotros podemos expandirnos y crecer juntos. Pero hay ámbitos que preocupan. Obviamente, uno quiere igualdad de condiciones. Surgen cuestiones complejas, ya que las diferencias en sistemas económicos implican una mayor dificultad para ponerse de acuerdo en normas comunes que sean justas para ambos sistemas. Un ámbito, el de la IA, ilustra este punto. Los datos son una enorme insumo en la IA y en Europa tenéis un gran sentido del respeto por la privacidad, en comparación con China. Esto proporciona a China una gran ventaja competitiva en lo que a datos se refiere. La pandemia y el cambio climático nos recuerdan que tenemos que cooperar en numerosas cuestiones globales. Este será el gran reto a partir de ahora. ¿Cómo trazamos un principio de legalidad internacional que permita a ambos defender nuestros valores y ofrezca un marco de cooperación en ámbitos esenciales para hacerlo? 

El cambio climático es otro problema trascendental al que nos enfrentamos hoy en día. Pero estoy seguro de que la innovación nos ofrecerá los medios para combatir el cambio climático y nos permitirá alcanzar la neutralidad de carbono neto en 2050. El coste de las energías renovables se ha desplomado a un nivel que nadie anticipaba, y esto nos permitirá dejar atrás la economía basada en combustibles fósiles, todo gracias a la innovación. Pero es muy natural, no podemos anticipar qué dirección tomará la innovación o dónde se hará perceptible y cómo nos ayudará de una forma u otra. Podemos concebir un futuro más prometedor: desde la salud hasta el cambio climático. 

El cambio climático es una cuestión existencial para todos nosotros y debemos emplear cada herramienta a nuestra disposición para abordarlo, incluyendo las monetarias y las fiscales. Los bancos centrales de todo el mundo están preocupados por los activos bloqueados y los riesgos del cambio climático. Los organismos reguladores y los bancos centrales se mueven con gran velocidad para exigir la declaración de riesgo del carbono. Todos estos factores son críticos para la transición y el abandono de los activos basados en combustibles fósiles. Ya hemos descubierto más combustibles fósiles de los que probablemente podemos usar si alcanzamos la neutralidad del carbono en 2050 o incluso en 2060. Esto significa que habrá muchos activos bloqueados, es decir, activos a un precio competitivo hoy en día, pero que se acercarán a cero en los próximos 30 años. Si pensamos en la crisis por el reajuste del precio de las hipotecas, sabemos que los mercados a veces pueden adaptar los precios repentinamente, más que paulatinamente en el tiempo, llevando a colapsos repentinos de los precios. Esto podría provocar una crisis sistémica de mayor magnitud que en 2008. Por lo que es esencial que instituciones como los bancos centrales revisen los riesgos sistémicos del carbono. Ello supone un impulso crítico para que instituciones financieras y empresas no financieras abandonen los combustibles fósiles y un complemento clave para las inversiones que las autoridades fiscales deben hacer y el trabajo que los gobiernos deben llevar a cabo en materia de regulación y fijación de precios.

[1] Puede consultar la conversación completa entre el Profesor Stiglitz y Christophe Donay, jefe de estrategia en Pictet Wealth Management, aquí.

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