Después del automóvil

Adiós a los automóviles. Desde las bicicletas hasta los patinetes eléctricos, los vehículos de micromovilidad ofrecen una forma nueva y más ecológica de moverse por las ciudades.

Las bicicletas, los patinetes, las lanzaderas autónomas y los monopatines están conquistando nuestras ciudades. Pequeños, ligeros, respetuosos con el medio ambiente y fáciles de compartir, están desafiando la larga supremacía del automóvil como medio de transporte preferido. Bienvenidos a la revolución de la micromovilidad.

«El transporte es el mayor causante del calentamiento global y para lograr un impacto, al menos en ese ámbito, necesitamos un cambio mucho más rápido. Por eso la pregunta siempre ha sido: “¿Cómo acelerar este proceso?”», afirma Horace Dediu, analista tecnológico que acuñó el término «micromovilidad», en el podcast New Foundations producido por The Economist Intelligence Unit con la colaboración de Pictet.

Los automóviles eléctricos son una posible solución, pero demasiado lenta –hasta la fecha representan menos del 3% del parque mundial.  Los países que participan en la Iniciativa de Vehículos Eléctricos, entre los que se incluyen los de la UE, EEUU y China, se han comprometido a que el 30% de sus vehículos de carretera sean eléctricos de aquí a 2030. Según Dediu, habrá que esperar hasta finales de siglo para que su penetración alcance el 100%. 

«Estamos ante algo que probablemente sobrepasará nuestra esperanza de vida. Y eso es algo que, para mí, no es aceptable, dado que se precisa un cambio rápido», explica Dediu. «Entonces se da uno cuenta de que la micromovilidad y los vehículos pequeños lo hacen todo más rápido. Es como comparar una mosca de la fruta con un elefante: como su esperanza de vida es más corta, evoluciona más rápidamente. Se trata de objetos que absorben la tecnología rápidamente, que evolucionan a gran velocidad, que obtienen enormes cantidades de energía en lo que se refiere a capital, talento y personas asignadas a los proyectos».

Ya existen sistemas de uso compartido de patinetes eléctricos en más de 100 ciudades de todo el mundo. En 2024, el número de patinetes eléctricos utilizados en este tipo de sistemas alcanzará los 4,6 millones –lo que supone un incremento de seis veces respecto a 20191. Este crecimiento se debe a que la revolución de la micromovilidad se corresponde con las cuatro ambiciones principales del sector automovilístico: convertirse en una industria de vehículos conectados, autónomos, compartidos y eléctricos, argumenta Dediu.

«Se pueden ver patinetes muy pequeños, los motores son minúsculos, las baterías son diminutas y las distancias recorridas son mínimas y, en realidad, esa es la cuestión, porque el 80% de las distancias que se recorren en automóvil se cubren mejor con microvehículos, ya que son mucho más económicos y eficientes», afirma.

Los investigadores del Foro Internacional del Transporte de la OCDE elaboraron un modelo de cómo quedaría el tráfico de Lisboa si los trayectos en automóviles privados fueran sustituidos por diferentes tipos de vehículos de uso compartido.

«En la ciudad con movilidad de uso compartido, se podía ofrecer el mismo nivel circulatorio a los ciudadanos con tan solo un 10% de los vehículos existentes actualmente», explica Sharon Masterson, gestora de las asociaciones empresariales en el Foro, en el podcast New Foundations. «Los atascos desaparecían, las emisiones de CO2 se reducían en un tercio y el espacio de estacionamiento en superficie dejaba de ser necesario».

En 2030, el valor del mercado de la micromovilidad podría ascender hasta 500 000 millones de USD, según la consultora McKinsey2 . Es probable que el cambio se acelere debido a las secuelas de la pandemia de COVID-19, que puso de manifiesto la necesidad de reducir la contaminación y que llevó a muchas grandes ciudades –desde París a Seattle– a cerrar calles al tráfico y a construir más carriles bici. También animó a la gente a explorar más las zonas cercanas a sus localidades –una tendencia plasmada en el concepto de «ciudad de los 15 minutos», en la que los ciudadanos pueden acceder a todos los servicios e instalaciones que puedan necesitar dentro de ese radio. 

Claro está que se necesitan muchas más infraestructuras, como aparcamientos y puntos de recarga. También se precisa una mayor regulación y supervisión –tanto de las empresas de micromovilidad como de los usuarios. Además, el potencial va más allá de las infraestructuras físicas. Las ciudades inteligentes y las empresas que realmente apoyen la micromovilidad pueden facilitarla y promoverla mediante aplicaciones que incentiven su uso.

«Como ya se ha demostrado en el caso de las carreteras, el ferrocarril, los canales e incluso la aviación, las infraestructuras tienden a adaptarse a los aparatos. No teníamos aeropuertos antes de que existieran los aviones, no teníamos ninguna red de autopistas interestatales antes de que existieran los automóviles de gran velocidad», explica Dediu. «Los aparatos fueron anteriores. ... E igualmente los vehículos van a estar ahí, cientos de millones de ellos y, posteriormente, las infraestructuras se adaptarán a ellos porque, francamente, es obvio que deben existir».

Para obtener más información sobre la micromovilidad, escuche el podcast «New Foundations»: https://newfoundations.economist.com/

 

[1] Berg Insight https://iotbusinessnews.com/2020/04/16/37477-the-scootersharing-fleet-to-reach-4-6-million-vehicles-in-2024/
[2] https://www.mckinsey.com/industries/automotive-and-assembly/our-insights/micromobilitys-15000-mile-checkup 

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