Resistir a la tecnofobia

Entrevistamos a Carl Frey, economista de la Universidad de Oxford, que en 2013 causó cierto revuelo en la opinión pública con el argumento de que casi 1 de cada 2 puestos de trabajo en EE. UU. está en riesgo de automatización. Entiende por qué la gente está preocupada, pero afirma que este cambio será para bien con toda seguridad.

La automatización ha sido un gran regalo para la humanidad. Y aun así, la gente siempre la ha temido. El rechazo a la tecnología –‘techlash’– (tecnofobia) no es nada nuevo, argumenta Carl Frey, académico de la Universidad de Oxford especializado en empleo y tecnología. Se trata de un factor tan importante ahora como lo fue para los luditas que destruían los telares mecánicos en el siglo XIX. Lo que es importante es cómo las empresas y los gobiernos ayudan a la gente a adaptarse.

Hoy en día, los empleados están preocupados porque robots y sofisticados softwares harán prescindible su presencia. La preocupación no se limita a empleados de centros de llamadas, bancos o dependientes de supermercados que ya están siendo despedidos. Tampoco a conductores de taxis o camiones que se enfrentan a un futuro de vehículos autónomos. También engloba a agentes de crédito, abogados, analistas financieros y contables, cuyas habilidades están siendo reproducidas y, en muchas ocasiones, mejoradas por sistemas de inteligencia artificial en constante aprendizaje de nuevas habilidades, secundados por ordenadores cada vez más potentes y rápidos.

"Tan reales como parecen, muchos de estos miedos están fuera de lugar", asegura Frey. "Mucha de la tecnología pasada nos ha beneficiado inmensamente, del mismo modo que lo harán las innovaciones actuales", argumenta.

"Somos aproximadamente 30 veces más ricos que al principio de la Revolución Industrial teniendo en cuenta la inflación", dice Frey. 

En aquel entonces, los sirvientes les hacían el trabajo a los ricos. "Hoy en día, todos tenemos acceso a sirvientes eléctricos. La tecnología ha tenido un efecto enormemente igualador".

El dinero no nos sirve en absoluto para expresar la mejora en la calidad de vida de las personas hoy en día.

A finales del siglo XIX, tres cuartas partes de la población trabajaba en la agricultura por poco más que salarios mínimos para sobrevivir. Aquella proporción ha caído desde entonces a 1 empleo agrícola de cada 50 empleos e incluso disponemos de más alimentos a un precio más bajo que nunca. En lugar de en fríos campos enlodados y peligrosas minas de carbón, la mayoría de nosotros ahora trabaja en oficinas con aire acondicionado.

La transición, sin embargo, suele ser dolorosa.

price of lighting

En 1850, Manchester era un gran motor industrial, pero muchos de sus trabajadores vivían en condiciones de vida brutales y degradadas.

La urbanización masiva se vio acompañada por miseria, enfermedad y contaminación. Los británicos nacidos entonces eran más bajos que los nacidos un siglo antes, tal estatura es un buen indicador de salud. No resulta sorprendente que las obras de Friedrich Engels y Karl Marx surgiesen de tales condiciones. Y tampoco resulta sorprendente que la gente se opusiera en muchas ocasiones –la industrialización y el progreso tecnológico a menudo tuvieron que ser impuestos a la fuerza al público en general por políticos y plutócratas.

"Los ordenadores, no el vapor, son los causantes ahora de la tensión social –la desigualdad de ingresos se ha incrementado a niveles no conocidos desde la Revolución Industrial", apunta Frey.

La última agitación se inició en la década de los 80 cuando los ordenadores redujeron su tamaño y su precio en tal medida que ello afectó al mercado laboral. Aunque la tecnología digital ha beneficiado ampliamente a los consumidores y ha impulsado la productividad, no ha sido positiva para todo el mundo. La deslocalización de empleos y el uso de robots para asumir tareas repetitivas no cualificadas han llevado a cuatro décadas consecutivas de caídas de los salarios reales para los hombres estadounidenses que solo tienen estudios secundarios. Los tipos de puestos de trabajo no cualificado en cadenas de montaje que solían ser un pilar para aquellos que abandonaban la educación a una edad temprana han sido sustituidos por máquinas.

Incluso con un bajo nivel de desempleo en el país en general, se ha dado una reacción política contraria en las zonas de EE. UU. donde los robots han sido fuertemente implantados.

Hasta el momento, los empleados de sectores no sujetos a intercambios internacionales –servicios típicos como barberías y restaurantes– han sido protegidos de la globalización y del aumento de las exportaciones chinas. Pero ellos también empezarán a notar los efectos negativos de la tecnología conforme la inteligencia artificial se haga más potente y sea implantada más ampliamente.

El auge de las máquinas

"El auge del aprendizaje de las máquinas y de las máquinas de IA está cambiando las reglas del juego", dice Frey. Google Translate y la invención de los vehículos autónomos ya nos dan algunas pistas sobre cómo algunos de estos puestos de alta cualificación del sector servicios se verán drásticamente afectados. Si bien estas tecnologías todavía son imperfectas, es importante recordar que cada revolución tecnológica empieza con una tecnología imperfecta. Los primeros motores de vapor eran utilizados simplemente para vaciar minas de carbón. Sin embargo, cuando fueron más eficientes en términos energéticos llegaron a convertirse en los impulsores de la Revolución Industrial.

"Existen 5 millones de cajeros en EE. UU., cuyos puestos de trabajo están siendo amenazados por Amazon Go [las tiendas físicas de Amazon sin cajeros]. Hay hasta 3,5 millones de conductores de autobuses, taxis y camiones amenazados por los vehículos autónomos y alrededor de 2,2 millones de personas trabajando en centros de llamadas cuyos puestos de trabajo están amenazados por el nuevo asistente de voz de Google", comenta Frey. "No existe ninguna industria que no se vaya a ver afectada en menor o mayor medida por esto".

No todos estos puestos de trabajo se automatizarán al mismo tiempo. La tecnología vanguardista suele ser cara y las empresas tienden a esperar para financiar nuevas inversiones y desechar los equipos antiguos cuando existe una base financiera sólida para hacerlo. Y la historia muestra que cuando la gente nota que no se está beneficiando de la tecnología, se cierra en banda contra ella. Esto podría llevarlos a votar en favor de barreras legales y fiscales, como un impuesto sobre los robots.

"Las empresas deben estar preocupadas por esto", dice Frey. Y, de hecho, algunas empresas están empezando a reaccionar. Amazon está invirtiendo en reconversión y recualificación del personal. En otros casos, se están desarrollando nuevos sistemas que permiten a la gente convertirse en dueños de sus propios datos, quitándoles ese poder a Google y Facebook.

La historia de la automatización es una historia de progreso y conflicto a la vez. Gracias a la revolución industrial, la gente vive más tiempo, con vidas mucho más cómodas que las que tenían hace 250 años. Y la revolución digital promete avances incluso mayores. Pero la transición nunca ha sido un proceso indoloro, y tampoco lo será ahora. 

 

Sobre

Mega

Mega pretende impulsar y enriquecer el debate sobre cómo crear una economía y una sociedad que funcionen mejor

Las megatendencias son las potentes fuerzas socioeconómicas, medioambientales y tecnológicas que definen nuestro planeta. La digitalización de la economía, la rápida expansión de las ciudades y el agotamiento de los recursos naturales de la Tierra son solo algunas de las tendencias estructurales que transforman la manera de gobernar países, dirigir empresas y vivir la vida.

Photo of Mega