Hacer sostenible el agua embotellada

El mundo tiene sed de agua embotellada. Eso plantea un grave problema medioambiental.

Las ventas de agua embotellada están en auge en todo el mundo. El agua embotellada es ahora la bebida más popular en los EE. UU. y su consumo crece cada año. Es segura, se puede transportar y almacenar fácilmente. También se puede decir que es el producto con menos sentido en el mundo: un líquido disponible del grifo de forma gratuita, envasado y transportado con un gran coste medioambiental, y vendido a precios desorbitados.

Entender qué hay detrás del aumento del consumo de agua embotellada es el primer paso para hacer la industria más sostenible. Los estudios indican que en los EE. UU. los temores respecto a la contaminación del agua suponen un enorme factor. Andrew Szasz, sociólogo en la Universidad de California (Santa Cruz), quien ha estudiado el fenómeno del agua embotellada durante más de una década, sostiene que la industria surgió cuando la gente empezó a desconfiar de sus fuentes de agua locales. Seducidos por un marketing muy hábil, los consumidores prefirieron y adoptaron el agua embotellada para protegerse de aparentes amenazas para la salud. La crisis del envenenamiento del agua en Flint, Michigan, se sumó a sus preocupaciones.

Szasz describe el fenómeno como un ejemplo de "cuarentena invertida". La gente tiene miedo de las amenazas medioambientales y, en lugar de abordar el problema de frente mediante la acción política, trata de comprar su escapatoria al desastre. "Se trata de una forma distorsionada de ecologismo en la que, en lugar de enfrentarse al problema, se crea esta burbuja de consumo alrededor de uno mismo", comenta. "El agua embotellada es un refugio imaginario. Vives en el espejismo de estar protegiéndote a ti mismo". Szasz también señala el papel que juegan las etiquetas, que muestran imágenes de naturaleza en verdes y azules, montañas nevadas y palabras como "pureza". "La botella en sí contiene un mensaje", comenta Szasz. "Este agua debe ser pura ya que alguien se ha tomado la molestia de aislarla del medio ambiente".

El problema de la cuarentena invertida es que sirve para diluir la voluntad política para resolver los problemas que surgen en las aguas municipales. "Atenúa las preocupaciones de la gente sobre este asunto porque se cree que funciona. Debilita la voluntad política para organizarse realmente con el fin de lograr un cambio".

Reducción del coste medioambiental

Necesitamos un cambio. La sed de agua embotellada significa que los productores se están viendo obligados a encontrar nuevas fuentes de agua o a aumentar la extracción de las existentes. Pero los niveles de muchos acuíferos en todo el mundo están disminuyendo. Empleando datos de satélites, científicos de Caltech han descubierto que una tercera parte de los acuíferos del mundo están amenazados.

Los plásticos utilizados para el agua embotellada suponen un gran coste medioambiental. En 2017 se vendieron casi 53.000 millones de litros de agua: el 70% en botellas de plástico individuales, típicamente fabricadas con tereftalato de polietileno (PET). En resumidas cuentas, cada año se utilizan unos 20.000 millones de botellas de agua de plástico. Alrededor del 54% de ellas son recicladas.

El rechazo ha crecido a la par que lo ha hecho la industria. Algunos grupos ecologistas están exigiendo prohibiciones absolutas a la venta de agua embotellada. El Consejo para la Defensa de Recursos Naturales afirma que "lo mejor que podemos hacer para proteger nuestras vías fluviales es, en primer lugar, intentar alejar la máxima cantidad de plástico posible de la cadena de residuos". Este grupo ecologista recomienda a las personas dejar de comprar agua embotellada y, en su lugar, llevar una botella reutilizable para llenar del grifo.

Estas demandas no han pasado inadvertidas en el sector del agua embotellada. Empresas como Nestlé, PepsiCo, The Coca-Cola Company, Dr Pepper Snapple Group y Keurig cuentan con un incentivo para diseñar mejores envases de bebidas alternativos a los diseños habituales del sector. Muchas empresas han convertido a los responsables de sostenibilidad en parte de la gerencia de primer nivel y les han dado voz en su planteamiento estratégico.

Dentro de las empresas de bebidas, Nestlé es el mayor distribuidor de agua embotellada y comercializa diez marcas solo en América del Norte, entre las que se incluyen Nestlé Pure Life, Poland Spring, Perrier, y S. Pellegrino.

El reciclaje es un tema que David Tulauskas, director general de Sostenibilidad de Nestlé Waters North America, está tomándose muy en serio. Aunque en teoría el PET puede reciclarse y reutilizarse una y otra vez, suele terminar como plástico de calidad inferior. "Parte de nuestro reto es garantizar que las botellas se mantengan al máximo nivel de calidad", asegura Tulauskas.

Nestlé Waters North America se ha comprometido a fabricar el 50% de sus botellas de agua a partir de PET reciclado (rPET) en 2025, con un objetivo temporal del 25% en 2021 —aproximadamente cuatro veces la cantidad de rPET que utiliza hoy en día. Su marca Poland Spring empleará el 100% de plástico reciclado en 2022.

Nestlé está colaborando estrechamente con las empresas transformadores del plástico "para transmitirles la confianza de que el mercado de material reciclado de alta calidad existe", comenta Tulauskas. Ellos destruyen las botellas, las limpian y las envían a un fabricante de resina que conserva este material por separado. "Entonces recuperamos el PET cristalizado", explica Tulauskas. El objetivo de Nestlé es ofrecer a los proveedores de rPET contratos a largo plazo para así proporcionar incentivos para invertir en tecnología.

Aun así, incluso las instalaciones de clasificación con alta tecnología y las empresas futuristas de reciclaje de plástico solo pueden llegar hasta cierto punto. En primer lugar, los consumidores deben comprometerse a tirar las botellas de plástico en los contenedores de reciclaje para poder empezar. Alrededor de la mitad del plástico que se produce hoy en día se utiliza una vez y luego se desecha. Tulauskas afirma que su empresa está tratando de cambiar este hecho. Nestlé colabora con Keep America Beautiful, una organización sin ánimo de lucro con 66 años de historia que trabaja para ayudar a enseñar a las personas y a las comunidades cómo y por qué se debe reciclar.

Sin embargo, cambiar la decisión del consumidor es la parte más complicada de la ecuación y, seguramente, se escapa del control de una empresa. Pero lo que puede hacer la industria de las bebidas es asegurarse de que sus prácticas sean sostenibles en la medida de lo posible para ofrecer a la gente agua para consumo limpia y segura con el mínimo daño medioambiental.