Nueva York más inteligente

¿Qué hacer con 1.200 cabinas de teléfono público en una era en la que todo el mundo e incluso los más mayores tienen al menos un teléfono móvil?  Las ciudades inteligentes tienen la respuesta.

Frente a una gran multitud de cabinas telefónicas en desuso, Jeff Merritt, el entonces director de Innovación del Ayuntamiento de Nueva York y actual jefe del Internet de las Cosas en el Foro Económico Mundial, tomó la decisión de reciclar en lugar de tirar. Así que las utilizó como un primer paso hacia la creación de una de las mayores y más rápidas redes wifi municipales del mundo.

Las cabinas se sustituyeron por quioscos que no solo permiten a la gente conectar sus dispositivos personales a la red wifi gratuita y ultrarrápida, sino que también incluyen un punto de carga, así como una tableta que proporciona acceso a los servicios urbanos, mapas y direcciones. 

Incluso funcionan como teléfonos: los quioscos están equipados con teclados y micrófonos para que la gente pueda realizar llamadas gratuitas a cualquier lugar de EE. UU.

La red, que algún día espera ampliarse hasta los 7.500 quioscos, empezó a funcionar en octubre de 2017.

"Facilitará acceso a una red de comunicaciones del siglo XXI a todos los neoyorquinos, ricos o pobres", comenta Merritt.

"Sin costarles ni un solo dólar". Merritt no podría haber conseguido este logro por sí solo. "Construir una ciudad más inteligente", explica, "solo puede lograrse combinando la visión del sector público con la experiencia de las empresas privadas". 

En este caso, Merritt organizó un consorcio compuesto por empresas que generan ingresos principalmente a través de la venta de publicidad en las pantallas de más de 3 m de altura de los quioscos. Las ganancias se dividieron al 50% y el ayuntamiento tiene garantizados 500 millones de dólares de ingresos durante los próximos 12 años.

"Nosotros, como Gobierno, jamás habríamos imaginado que Internet a una velocidad de gigabytes era técnicamente posible. Tampoco habríamos imaginado que la publicidad digital podría pagar la multimillonaria construcción y garantizar ingresos a tal escala", comenta.

La iniciativa pública-privada es solo uno de los muchos proyectos de ciudad inteligente digital que se están poniendo en práctica en Nueva York para mejorar los servicios metropolitanos y ayudar a impulsar la economía.

IoT de las ciudades

Merritt, el que una vez fuera empleado del Departamento de Estado y que ayudó a impulsar la democracia en los Balcanes, ha adquirido gran experiencia en ciudades inteligentes, iniciativas emprendedoras sociales e innovación gubernamental durante las últimas dos décadas.

Comenta que el Internet de las Cosas (IoT)  juega un papel esencial en las ciudades inteligentes, ya que facilita el acceso a la información requerida para la toma de decisiones inteligente. Los grandes organismos encargados de las infraestructuras como las autoridades competentes en materia de agua han estado usando dispositivos conectados para recoger información durante varios años, pero su uso se está ampliando continuamente.

"Miles de millones de litros de agua llegan a la ciudad cada día desde el norte del estado de Nueva York; nosotros empleamos sensores que garantizan un agua limpia y sin contaminar para proteger la salud de los neoyorquinos. Cuando llega a los consumidores, existen contadores en los sótanos que nuestros trabajadores solían visitar para efectuar la lectura y así facturar y mantener el sistema. Pero ahora disponemos de contadores inalámbricos que envían información en tiempo real sobre uso y picos que pueden ayudar a identificar fugas".

El IoT llega a ser más emocionante cuando pasa de un dispositivo inteligente conectado de forma individual a varios dispositivos que se comunican entre sí, como pasa en el sistema operado por la Autoridad del Transporte Metropolitano (MTA) de Nueva York. Hace algunos años, empezó a utilizar localizadores GPS para informar a los neoyorquinos sobre cuándo los autobuses llegarían a las paradas. Estos localizadores estaban conectados a un sistema de control remoto inalámbrico del alumbrado público.

"Cuando los autobuses se acercan a los semáforos, estos cambian de color para darles prioridad", comenta. "Esto aumenta la velocidad de los autobuses, crea un servicio más regular y reduce el tiempo de trayecto alrededor del 20 por ciento".

Los autobuses que utilizan el nuevo servicio pueden funcionar con puntualidad como un sistema ferroviario público. Esto motiva a la gente a utilizarlos en lugar de sus automóviles, reduciendo la congestión, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las lecciones aprendidas en otros lugares son la base para las ideas de Merritt. Por ejemplo, la experiencia de Copenhague con colaboraciones del sector público y privado ayudaron a estructurar un programa piloto con el fin de utilizar la tecnología de las ciudades inteligentes para mejorar la calidad de vida e impulsar el desarrollo económico en Brownsville, una comunidad desfavorecida en Brooklyn.

Y ahora Nueva York se está convirtiendo en un recurso para otras ciudades.

"Ciudades de todo el mundo miran a Nueva York como líder e intentamos asegurarnos de compartir nuestras lecciones con ellas, así como aprendemos de sus experiencias", comenta Merritt.