Enterrar el carbón: Gran Bretaña muestra cómo hacerlo

El carbón continúa siendo una importante, pero incómoda, fuente de energía para la mayor parte del mundo. Pero el Reino Unido muestra cómo los países pueden deshacerse de su dependencia

El carbón aún representa una proporción preocupantemente alta de la producción de electricidad mundial, casi el 40% según el recuento más reciente. Como no es de extrañar, los países emergentes con grandes cantidades de carbón bajo tierra son particularmente grandes consumidores; por ejemplo, el 93% de la electricidad de Sudáfrica se genera mediante la combustión de este material. Esta cifra debería disminuir a medida que el país, bendecido con cielos azules y enormes espacios abiertos, descubra los beneficios de la energía solar. Pero solo si puede convencerse a los muchos miles de empleados en su industria del carbón de que una energía más limpia ofrecerá nuevas oportunidades laborales. 

Una mayor preocupación para el medio ambiente es la dependencia continuada de India y China de la energía del carbón: 75% y 70% respectivamente de la producción total de electricidad. Se trata de países inmensos y con gran demanda energética que seguramente emplearán aún más energía a medida que se esfuerzan por desarrollar sus economías.

Pero los niveles destructivos y a veces incluso catastróficos de contaminación urbana están finalmente forzando a ambos gobiernos a replantearse sus políticas energéticas.

Quizás más sorprendente es el grado en el que algunos países desarrollados dependen del carbón. Australia, por ejemplo, genera el 63% de su electricidad a partir del carbón. Por supuesto que es un gran productor, pero también la situación geográfica de la que disfruta debería hacerle plantearse la energía solar como una alternativa atractiva. Mientras tanto, Alemania es uno de los mayores consumidores de carbón de Europa, generando el 44% de su electricidad a partir de combustible. Esto se debe en gran parte a la decisión de cerrar sus instalaciones nucleares como resultado del desastre de Fukushima en Japón en 2011. Hace menos de una década, 17 reactores satisfacían una cuarta parte de la demanda eléctrica del país. Desde entonces, esa cifra se ha reducido a la mitad ya que 10 de esos reactores detuvieron su actividad. 

Otros países con un consumo de carbón relativamente bajo como Canadá, México o Rusia tampoco son precisamente países modelo. En su lugar, consumen petróleo.

Sin embargo, el Reino Unido sí que es un modelo. Todavía en 1988 consumía 88 millones de toneladas de carbón para accionar sus turbinas de vapor generadoras de electricidad. Menos de 30 años después, esa cifra se redujo a la décima parte (8,7 millones de toneladas en 2017). En el primer semestre de 2019, solo alrededor del 3% de la producción eléctrica de Reino Unido se generaba a partir de la combustión de carbón, que supuso menos que las energías eólica, solar e hidráulica combinadas.

¿Cómo lo logró Reino Unido? La clave fue una reciente normativa gubernamental que potenciaba un abandono de la energía del carbón y subvenciones a las energías limpias, aunque el abandono del carbón ya se había iniciado en la década de los 80 con el cierre de las minas de carbón británicas por el gobierno de Margaret Thatcher. Un factor fue la caída en el consumo de electricidad: la sustitución de bombillas incandescentes por luces LED y otras medidas eficientes han empezado a marcar la diferencia. Otro factor fue el crecimiento de las energías renovables. Del mismo modo que el aumento del consumo de gas, que resulta más limpio que el carbón, aunque sigue emitiendo gases de efecto invernadero. Pero eso demuestra que, de manera marginal, realmente es posible cambiar el mundo  y, en efecto, en el tercer trimestre de 2019, las energías renovables generaron más electricidad en el Reino Unido que todas las fuentes de combustibles fósiles combinadas.

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